Los Estadounidenses Creen que el Aumento del Empleo en el Sector Manufacturero sería Bueno para el País, pero no para Ellos Mismos

Uno de los resultados más intrigantes de una reciente encuesta encargada por el Instituto Cato sobre comercio globalización fue la opinión de los encuestados sobre la industria manufacturera. A la pregunta de si el país estaría mejor si más estadounidenses trabajaran en el sector, el 80% respondió afirmativamente. Dada la percepción generalizada del declive industrial estadounidense –muy en desacuerdo con las pruebas disponibles–, esto no es del todo sorprendente.

Pero aquí viene lo interesante: entre esos mismos encuestados, sólo el 25% afirmó que personalmente estaría mejor en una fábrica que en su trabajo actual. Es un resultado que se mantiene independientemente de la clase, la educación y la raza. El grupo más entusiasta, el de 18 a 29 años, sólo registró un 36% de interés por el empleo en la industria manufacturera.

A los estadounidenses les encanta la idea de que la gente trabaje en la industria manufacturera, pero la mayoría no cree que ellos mismos se beneficiarían de ese trabajo.

El resultado de la encuesta concuerda con los datos de empleo en el sector manufacturero. En mayo, había más de 600.000 puestos vacantes en el sector manufacturero, y la cifra no ha bajado de 300.000 en aproximadamente una década. Estas vacantes son una de las razones por las que la Asociación Nacional de Fabricantes ha defendido un plan para ampliar la inmigración. Del mismo modo, el Secretario de Marina ha pedido más inmigración y visados de trabajo para paliar la falta de trabajadores en los astilleros del país.

Estos puestos de trabajo no encuentran suficientes estadounidenses interesados en cubrirlos.

Dadas algunas de las realidades del trabajo en la industria manufacturera, es comprensible. Como señala una columna reciente del Financial Times, el salario medio por hora en la industria manufacturera ha estado en un declive largo y constante y cayó por debajo del promedio del sector privado en 2018. La columna también señala que este tipo de trabajo puede ser «ruidoso, repetitivo y aislante» (habiendo trabajado un verano colocando latas vacías en una cadena de montaje para llenarlas de pintura, lo puedo confirmar) y que una encuesta Gallup de 2024 encontró un entusiasmo por su trabajo por debajo del promedio entre los empleados en la industria manufacturera.

Así que no es de extrañar que muchos estadounidenses no estén entusiasmados con este tipo de empleo. De hecho, incluso en países asociados desde hace mucho tiempo con la industria manufacturera, como China y Vietnam, se observa una creciente aversión al trabajo en fábricas.

Pero, ¿cómo explicar esta aparente desconexión entre lo que los estadounidenses creen que es mejor para el país y su propio interés?

Un posible factor es que a los estadounidenses se les habla con regularidad del supuesto agotamiento de la industria manufacturera estadounidense, sobre todo durante las elecciones presidenciales. Hace cuatro años, el presidente Biden hizo campaña para crear cinco millones de puestos de trabajo en el sector manufacturero como parte de un esfuerzo de reconstrucción económica, y cuatro años antes, Donald Trump y Hillary Clinton se comprometieron a reforzar el sector manufacturero como parte de sus respectivos esfuerzos para ganar la presidencia. No es de extrañar que las plataformas demócrata y republicana para la carrera presidencial de este año incluyan lenguaje sobre la revitalización de la industria manufacturera.

No se trata de un fenómeno reciente, ya que las declaraciones de los aspirantes presidenciales se remontan al menos a la afirmación de Walter Mondale en 1984 de que el Medio Oeste industrial se estaba convirtiendo en un «cuenco de óxido» debido al declive de la industria manufacturera.

Tras 40 años de retórica sobre la supuesta decadencia de la industria manufacturera, es posible que los estadounidenses hayan interiorizado el mensaje. Si añadimos una pizca de nostalgia por el pasado –dos de los grupos más partidarios de que más estadounidenses trabajen en el sector manufacturero son los mayores de 65 años (86%) y los jubilados (90%)–, cuando el empleo en el sector manufacturero era más común, los resultados son comprensibles.

Sin embargo, quizá la mejor pregunta no sea por qué los estadounidenses creen que el país necesita más empleo en el sector manufacturero, sino por qué los políticos insisten periódicamente en la importancia de empleos por los que los estadounidenses –tanto de palabra como de obra– siguen mostrando poco interés.

* Colin Grabow es analista de políticas públicas en el Centro para Política Comercial Herbert A. Stiefel del Instituto Cato donde sus investigaciones se enfocan en las formas domésticas del proteccionismo comercial, como la Ley Jones y el programa azucarero de EE.UU.

Fuente: El Cato Institute

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